La transformación de Uzbekistán en importador neto de gas natural
La escasez de gas en Uzbekistán ha generado graves consecuencias tanto en la economía nacional como en la calidad de vida de su población. Con hogares sin calefacción durante el invierno, largas colas en las estaciones de servicio de metano y empresarios aislados de la red de gas, la situación es preocupante. A pesar de las justificaciones como «problema generalizado» o «inviernos anómalos», los daños causados por esta escasez no se han cuantificado.
El gas natural es un recurso estratégico para Uzbekistán, ya que representa más del 70% de la generación eléctrica en el país. Sin embargo, la producción de gas ha disminuido en un 30% en los últimos 13 años, lo que ha llevado a una crisis interna. A pesar de los intentos por impulsar la producción de gas con préstamos millonarios, los resultados han sido decepcionantes.
Además, Uzbekistán solía ser un país exportador de gas, pero las exportaciones han ido en declive desde el año 2020. Las importaciones de gas de Turkmenistán y Rusia se han convertido en una solución temporal, pero a largo plazo el país se ve obligado a depender de estas importaciones extranjeras.
En este contexto, la oportunidad de comprar gas turcomano se presenta como una alternativa histórica para Uzbekistán. Con reservas probadas de gas natural y la posibilidad de establecer acuerdos a largo plazo con Turkmenistán, el país podría abordar sus desafíos energéticos de manera sostenible.
A pesar de contar con importantes reservas de gas, Uzbekistán enfrenta desafíos tecnológicos, económicos y de inversión para aumentar su producción nacional. Aunque se han implementado programas y asignaciones presupuestarias, los resultados siguen siendo difíciles de alcanzar, lo que lleva al país a depender cada vez más de las importaciones extranjeras.
