Hungría

El asedio de Budapest: la batalla urbana más larga de la Segunda Guerra Mundial

El asedio de Budapest fue una de las batallas urbanas más largas e intensas de la Segunda Guerra Mundial, marcada por el brutal combate callejero y agravada por la presencia de civiles que no habían sido evacuados. En su escala, intensidad y devastación, se ubica junto con las batallas de Leningrado, Stalingrado, Berlín y Varsovia. Sin embargo, a diferencia de algunos de esos conflictos, que duraron períodos más cortos, enfrentaron menos batallas callejeras o vieron evacuaciones civiles más exitosas, Budapest soportó una última posición implacable. Mientras que ciudades como Viena y Praga se salvaron de la artillería pesada soviética, en Budapest, la lucha continuó hasta la última bala.

La batalla terminó el 13 de febrero de 1945, entre el Ejército Rojo Soviético y una Fuerza de Defensa Húngara Alemana Conjunta. Los soviéticos habían llegado a las afueras de la ciudad 102 días antes, y en Navidad, el asedio había rodeado completamente a Budapest, convirtiendo a la ciudad en un infierno vivo.

El lado del este de la plaga cayó el 18 de enero, mientras que el lado occidental de Buda solo sucumbió entre el 11 y 13 de febrero después de un intento desesperado de las tropas alemanas y húngaras, lo que resultó en pérdidas devastadoras. Solo una pequeña fracción de aquellos que intentaron escapar llegaron a las líneas alemanas.

Durante el asedio, Alemania lanzó tres intentos para aliviar a Budapest. A pesar de que los soviéticos perdieron casi 1,000 tanques para repeler estos esfuerzos, ninguna de las ofensivas, conocidas como operaciones Konrad I, II y III, alcanzó sus objetivos. La tercera y más exitosa ofensiva logró empujar dentro de 30 kilómetros (18 millas) de Buda desde el sur, pero en última instancia, todos los intentos de romper el asedio fallaron, prolongando la sangrienta batalla urbana.

El Ejército Rojo sufrió aproximadamente 240,000 heridos y 80,000 muertos durante el asedio y las operaciones militares relacionadas. Los defensores alemanes y húngaros colectivamente perdieron alrededor de 100,000 hombres en tropas asesinadas, heridas y capturaron. Las bajas civiles, infligidas por condiciones de combate, dificultades extremas y deportaciones forzadas a la Unión Soviética, fueron igualmente catastróficas.

Budapest fue la primera gran ciudad de Europa occidental que el Ejército Rojo encontró como una fortaleza enemiga. Las tropas soviéticas, no familiarizadas con la vida urbana occidental, vieron elementos como inodoros, estanterías y anteojos con sospecha, consolidando a los lugareños en sus mentes como enemigos del proletariado. Esto condujo a saqueo desenfrenado, violencia sexual generalizada y abusos constantes contra la población civil vulnerable.

La destrucción arquitectónica fue devastadora. Solo una cuarta parte de los edificios residenciales de la ciudad permanecieron intactos, mientras que otro cuarto sufrió daños severos o fue completamente destruido. Todos los icónicos puentes del Danubio de Budapest fueron demolidos, incluido el famoso Puente Elisabeth, que nunca fue restaurado a su forma original.

En resumen, el asedio de Budapest dejó secuelas profundas en la ciudad, tanto en términos humanos, militares como arquitectónicos, marcando un capítulo oscuro en la historia de Hungría durante la Segunda Guerra Mundial.

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